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Justamente antes del anochecer, cuando pasaban junto a una gran isla de sargazo que se alzaba y bajaba y balanceaba con el leve oleaje, como si el océano estuviera haciendo el amor con alguna cosa, bajo una manta amarilla un dorado se prendió en su sedal pequeño. El viejo lo vio primero cuando brincó al aire, oro verdadero a los últimos rayos del sol, doblándose y debatiéndose fieramente. Volvió a surgir, una y otra vez, en las acrobáticas salidas que le dictaba su miedo. El hombre volvió como pudo a la popa y agachándose y sujetando el sedal grande con la mano y el brazo derechos, tiró del dorado con su mano izquierda, plantando su descalzo pie izquierdo sobre cada tramo de sedal que iba ganando. Cuando el pez llegó a popa, dando cortes y zambullidas, el viejo se inclinó sobre la popa y levantó el bruñido pez de oro de pintas violáceas por sobre la popa. Sus mandíbulas actuaban convulsivamente en rápidas mordidas contra el anzuelo y batió el fondo del bote con su largo cuerpo plano, su cola y su cabeza hasta que el viejo le pegó en la brillante cabeza dorada. Entonces se estremeció y se quedo quieto.
El viejo desenganchó el pez, volvió a cebar el sedal con otra sardina y lo arrojó al agua. Después volvió lentamente a la proa. Se lavó la mano izquierda y se la secó en el pantalón. Luego pasó el grueso sedal de la mano derecha a la mano izquierda y lavó la mano derecha en el mar mientras clavaba la mirada en el solque se hundía en el océano, y en el sesgo del sedal grande.
-No ha cambiado en absoluto -dijo. Pero observando el movimiento de agua contra su mano notó que era perceptiblemente más lento.
-Voy a amarrar los dos remos uno contra otro y colocarlos de través detrás de la popa: eso retardará de noche su velocidad -dijo-. Si el pez se defiende bien de noche, yo también.
"Sería mejor limpiar el dorado un poco después para que la sangre se quedara en la carne -pensó-. Puedo hacer eso un poco más tarde y amarrar los remos para hacer un remolque al mismo tiempo. Será mejor dejar tranquilo al pez por ahora y no perturbarlo demasiado a la puesta del sol. La puesta del sol es un momento difícil para todos los peces."
天快黑的时候,船经过好大的一丛马尾藻。马尾藻在轻柔的海波中上下浮动着。仿佛海洋在一条黄色的大绒毯下面正同什么做爱似的。这时,一只海豚咬住了他垂下的那根细钓丝。它往半空中跳去,被夕阳照得浑身像金子做的一样,它在空中扭来扭去,疯狂地挣扎着。它一次次跃出水面,倒像是做杂技表演。于是他挪动身子走回船梢,蹲下身子,右手带胳膊按住那根大钓丝,左手把海豚一把一把往上拉,每拉一把钓丝,他就用光着的右脚踩住。当海豚被拉到船梢,它拼命地左右乱钻乱跳,老人把身子探出船梢,把它拎到船梢。它那挂在鱼钩上的嘴一张一合,急促地抽搐着。它的全身上下翻腾不断地扑打着船底。直到老人用木棍朝着它那金黄色的头猛的一击,它抖了一下,就不动了。
老人把海豚从鱼钩上取下,在钓丝上重新装上一条沙丁鱼作鱼饵,把钓丝甩到水里去。然后他挪动身子慢慢地走回到船头来。他洗了左手,在裤子上擦干,然后把那根沉甸甸的钓丝从右手移到左手,又把右手放在海里洗洗,他默默地望着海上的夕阳和那根倾斜的粗钓丝。
“那鱼一点儿也没改变,还是老样子,”他说。不过,当他望着海水冲击他手的时候,他体会到船已经慢多了。“我要把两个桨放在船梢交叉着绑在一起,这样在夜里能使它慢些,”他说,“它能熬过这一夜,我也能。”
最好等会儿再把海豚的肚肠取出来。这样可以把血留在肉里,他想。先把两个桨绑在一起,在水里拖着,增加阻力,使船走得慢些。最好让鱼保持安静,别在这个时候去过分惊动它,对任何鱼来说,太阳落下去的时候是一段难熬的时光。